domingo, 20 de octubre de 2013

Diario 12ª clase teórica 21/10/2013

Elaborado por Luis Benguría

Asisten 75 personas


Al principio de la clase Josetxu nos dijo que había subido el corto ganador del oscar llamado ”Un largo día de Maggie en la guardería”  y que nos animásemos a verlo y comentarlo. También nos avisó de que ya había dejado en la fotocopiadora cuatro hojas que nos servirían para las dos siguientes practicas.
Después de esto nos dio las fechas para los trabajos grupales:
- Primera semana: Fracaso escolar 4 y 6 de noviembre.
- Segunda semana: Educación intercultural 11 y 12 de noviembre.
- Tercera semana: La escuela inclusiva 17 y 18 de noviembre.
- Cuarta semana: Acoso escolar  25 y 26 de noviembre.
- Quinta semana: Maltrato infantil  y problemática en las aulas hospitalarias  2 y 3 de diciembre .
- Sexta semana: Arte, juego y la salud 9, 10 y 11 de diciembre.
-Séptima semana: Gijón ¿Ciudad educadora? 16 y 17 de diciembre.
A continuación nos dijo que leyésemos los principios psicopedagógicos de Piaget.
Continuó con unas diapositivas en las que se mostraban el articulo 10 de la evaluación del alumnado. Con la pregunta -¿Qué dice la legislación asturiana sobre la educación primaria?.
Después de hablar de esto salio el tema de la huelga en contra de la LOMCE con la cual Josetxu estaba de acuerdo y nos paso unas hojas con ideas a favor y en contra de la reválida. El cual era de Gimeno Sacristán con el titulo -¿Para qué valen realmente las revalidas?.
En la clase nadie quiere mantener las reválidas todos están en contra. En el artículo que nos pasó de Gimeno Sacristán el argumento básico para mantener las reválidas, era que la gente se esfuerce y haya mas o menos el mismo nivel.
Josetxu nos expuso que la evaluación tiene que ser de carácter formativo y los exámenes no se pueden usar como castigo.
A continuación de este pequeño debate nos pasó a explicar la OCDE. – organización para la cooperación y el desarrollo económico. Creada en 1993.
También no explicó la prueba PISA, creada también en 1993, que se trata de una prueba para averiguar la competencia científica.
Los países participantes en esta prueba ha ido creciendo a lo largo de los años:
Año 2000 – Lectura – 32 países
Año 2003 – Matemáticas – 41 países
Año 2006 – Ciencia – 57 países
Año 2009 – Lectura – 64 países
Seguidamente nos pasó un ejemplo de la prueba PISA para que la realizásemos en clase, la cual constaba de dos problemas a resolver.Esta prueba se pasa en Segundo de la ESO 

 
V. evaluación primaria from Univ. de Oviedo



¿Para qué valen realmente las reválidas?


Torpes hemos debido de ser para no habernos dado cuenta de que resucitando las reválidas se mejoraba la calidad de la educación; virtualidad que, si la tienen, habría que demostrar. Ninguna investigación conocida avala tal supuesto; ninguna comparación transnacional entre diferentes indicadores de calidad y la realización o no de ese tipo de pruebas sostiene tal argumento.

La Ley General de Educación (1970) las abolió y no conocemos a nadie que haya argumentado que al suprimirlas se deteriorara la calidad del sistema educativo. Más bien al contrario, democratizó la enseñanza y mejoró el nivel del país. Como se argumentó entonces en el Libro Blanco, sólo servían para estrangular el acceso a la educación. Un 50% suspendía la reválida de bachillerato elemental, y un 43%, la del superior.

Las reválidas son exámenes externos finales que vuelven a validar, como su nombre indica, las calificaciones dadas por los profesores. Se viene a sugerir que éstas son injustas y ‘generosas’.

No garantizan la igualdad entre alumnos de diferentes centros y territorios, dado que al ser pruebas terminales sancionan resultados, pero no corrigen las desigualdades ya padecidas. Para homologar el sistema disponemos de una regulación exhaustiva de los mínimos curriculares, un control de los libros de texto y sobre la formación de profesores, una inspección técnica y otra del Estado sobre las comunidades autónomas. Si con estos recursos no se equipara la oferta de enseñanza, ¿por qué iban a hacerlo las reválidas? Con su aplicación sólo podremos saber que unos centros tienen más aprobados que otros. El problema no es que los centros privados regalen las notas, sino el de si se desvía hacia ellos a mejores alumnos que obtienen resultados más altos.

Lo que sí provocan con seguridad es:

a)      La homogeneización de algunos contenidos fundamentales. Hay que reclamar mayor atención hacia lo fundamental, pero ¿qué es hoy lo básico en lo que esforzarse? ¿Es lo que pueden exigir las reválidas? Creemos que difícilmente; pero, en cambio, sí elevan a relevante al contenido que unas pruebas masivas pueden detectar.
b)      El filtrado de estudiantes. Quitando de en medio a los peores mejora el nivel de los que quedan, pero no por eso mejoramos la calidad de la educación de todos. Los desalojados -no lo olvidemos- tienen nombres y pertenencias sociales muy concretas, pero nuestro sistema educativo parece como si tuviera en su tramo intermedio el prurito de la excelencia que, paradójicamente, no vigila tanto en la universidad.
 c)      Provocan la aparición de un sector incontrolado de ofertas privadas de dudosa calidad para atender a los reprobados que quieran volver a presentarse. Menos gasto público e incremento del privado (para quienes puedan soportarlo).

En el mejor de los casos, harán de termómetro para visualizar la fiebre, pero ésta no desciende por mucho que se lo apliquemos al enfermo.

Estamos ante una manera injusta de auditar la calidad del sistema, olvidando -no por casualidad- factores como los medios, los profesores, el funcionamiento de los centros, las condiciones de la práctica, etcétera. Se reaviva el reflejo conservador que anhela volver a un tiempo idílico que nunca existió, haciendo creer que el sistema es blando con los alumnos, que se han relajado las exigencias y degradado los contenidos. Se supone que, revalidando, los profesores serán más exigentes, mejorará la colaboración de los condescendientes padres y aumentará el esfuerzo de los alumnos. Estamos ante una política que ve en la selección del alumnado y no en la compensación de los débiles las soluciones al deterioro de todo el sistema educativo.

Las medidas restrictivas no tienen sentido si la población tiende a decrecer y cuando se precisa una educación permanente, aunque algunos pidan ‘limpieza’. Lo que se requiere es abrir el sistema, permitir que los alumnos de cualquier edad puedan, ‘a ratos y a trozos’, adquirir más educación y, sobre todo, mejorar a los ‘débiles’. El filtrado es conveniente a la entrada a los ciclos que han de ser selectivos; para los que son la base de la educación general de la población, conviene apertura, flexibilidad y ayudas compensatorias.

José Gimeno Sacristán es catedrático de Didáctica y Organización Escolar de la Universidad de Valencia.

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