Las claves de
la LOMCE
El proyecto de
la séptima ley para la enseñanza de la democracia adelanta itinerarios
distintos en la enseñanza obligatoria y recupera las reválidas
La Ley Orgánica de Mejora de la Calidad Educativa
(LOMCE), aunque se presenta como una reforma de la norma actualmente en vigor
(LOE, 2006), representa un cambio de tal calado, que supondrá de hecho un nuevo
marco, una nueva ley educativa, la séptima de la democracia. El ministro de
Educación, José Ignacio Wert, defiende la reforma como el cambio necesario para
dejar atrás las alarmantes cifras de abandono escolar temprano (24,9%)
y los mediocres
resultados en las comparaciones internacionales.
Pero en un contexto de profundos recortes educativos
(más de 6.400
millones desde 2010), buena parte de la comunidad escolar (padres,
profesores y alumnos) perciben la propuesta como una adaptación a ese contexto,
es decir, una norma para hacer una escuela low
cost que dejará en la cuneta a muchos alumnos de sectores
desfavorecidos. Precisamente el dinero para la reforma es una de las grandes
preocupaciones de las comunidades autónomas, incluidas las
gobernadas por el PP y también del
Consejo de Estado. Y eso que durante el proceso el ministerio ha
recalculado y multiplicado por cinco los cálculos iniciales del coste, hasta
408 millones de euros en costes directos a financiar por el Estado en tres años
y hasta 927 millones que deberían asumir en principio las autonomías.
Por otro lado, está el debate del catalán en las
escuelas: según la norma, el Ministerio de Educación adelantará el dinero para
pagar colegios privados con más clases en castellano para los alumnos que lo
pidan y no encuentren esa oferta en la escuela pública o la concertada.
Después, el Gobierno detraerá ese dinero adelantado de las transferencias
presupuestarias a Cataluña. Además, durante el proceso de enmiendas en el
Congreso de los Diputados, UPyD ha introducido un punto que dice expresamente
que el castellano será lengua vehicular en toda España. Toda esta polémica está
envuelta, además, en un contexto con frentes judiciales abiertos (el Supremo ha
dicho que el castellano tiene que ser también lengua vehicular en Cataluña) y
de un importante auge soberanista.
Los siguientes son los puntos clave de la reforma
que está previsto que pase por el Consejo de Ministros este viernes tras sufrir
importantes cambios desde su redacción inicial:
- El currículo. El Gobierno central fijará los
contenidos de las materias troncales de primaria, secundaria y
bachiller (por ejemplo, Biología y Geología; Física y Química, Geografía e
Historia; Lengua; Matemáticas; Idioma extranjero). Para casi todas las demás,
las "específicas" (Educación física, Plástica, Música, entre otras),
fijará objetivos y criterios de evaluación; las autonomías fijarán el temario
concreto en este caso. Dependiendo de cómo se materialice finalmente, los
repartos competenciales se pueden quedar como hasta ahora, sin embargo, el
ministerio ha dicho en varias ocasiones que quieren poner coto a la dispersión
de contenidos entre las comunidades para las materias troncales.
-Reválidas. En
realidad, según numerosos expertos, lo que controlará lo que enseña en las
clases, más que los currículos, serán las evaluaciones externas que los alumnos
tendrán que pasar en cada etapa educativa: primaria, ESO y bachillerato. Las
dos últimas serán reválidas
(si el estudiante no aprueba, no podrá seguir estudiando), pero la de primaria
no lo será (esto ha cambiado durante la tramitación). En este caso, los
resultados servirán para orientar a alumnos, profesores y padres y el examen
será controlado por las comunidades, al igual que otra prueba que deben hacer
los centros en mitad de primaria (3º, con ocho años) y a diferencia de las
reválidas de los institutos, cuya redacción y control dependerá del ministerio.
Al final de la ESO (16 años), los que hayan aprobado
4º tendrán que aprobar la reválida para obtener el título de enseñanza
obligatoria, Para obtener el título de bachillerato y poder acceder a la
Universidad hay que aprobar la reválida. Las universidades
podrán hacer pruebas de acceso para cada carrera si lo desean. Los
que habiendo aprobado 2º de bachillerato no pasen la reválida, podrán acceder a
la FP de grado superior. Este es el esquema que planteaba la ley aprobada en
2003 durante el Gobierno del PP, pero que no llegó a entrar en vigor.
El ministerio sostiene que este sistema de exámenes
señaliza claramente “los objetivos que han de cumplirse al final de cada ciclo
y etapa”, incentiva “el esfuerzo de los estudiantes”, “garantiza al alumno, a
su familia y a la sociedad un nivel de conocimiento adecuado” y da
“transparencia” al sistema. Sin embargo, numerosas voces críticas advierten
sobre lo extemporáneo de estos exámenes que pueden cortar la progresión del
alumno y ahondar en la segregación que producen las otras medidas.
También se teme que estos resultados se utilicen
para hacer clasificaciones de centros, algo que actual ley prohíbe expresamente
por creer que deterioran el sistema en su conjunto, tirando para arriba de
algunos colegios, pero dejando en la cuneta a muchos otros. El ministerio
defiende la necesidad de transparencia y las bondades de la competencia entre
escuelas para mejorar el sistema.
- Especialización y autonomía. Se promueve tanto la
especialización de los centros en determinadas áreas (por ejemplo,
la vía hacia la FP o al bachillerato en la ESO) o en planes de mejora de la
calidad (los centros que lo impartan podrán tener fondos extra). Unos y otros
podrán hacer que la nota de los alumnos cuente hasta un 20% en el proceso de
admisión en bachillerato.
Además, el anteproyecto reduce la capacidad de
decisión de los padres y profesores a la hora de elegir entre los aspirantes a
director, cuyos votos pesan ahora un 60% y pasarán a valer menos de la mitad.
La misión de los consejos escolares, formados por padres, profesores, alumnos y
otros trabajadores, iba a reducirse solo a "evaluar" e
"informar", pero finalmente aprobarán el presupuesto de los centros y
las rendiciones anuales de cuentas. Además, los directores podrán exigir
perfiles para los profesores que vayan a su centro y vetar a candidatos.
El temor es que la autonomía de los centros no sea
real, sino que en realidad decidan todo las comunidades autónomas.
-Itinerarios. Los estudiantes empezarán a elegir algunas asignaturas optativas dirigidas
hacia la FP o el bachillerato en 3º de ESO (14 años). También podrán elegir
entre dos niveles distintos de matemáticas. En 4º, los alumnos ya se separarán
entre los que quieren estudiar bachillerato o los que va a FP: tendrán algunas
asignaturas comunes. Es un paso más de lo que aprobó el anterior Gobierno
socialista tras el debate del frustrado pacto educativo (con más optativas
orientadas a una opción u otra en 4º de ESO), que ya cosechó críticas, por
“segregador”, llegadas desde una parte de la izquierda.
Pero aún antes de 3º, en 2º de ESO, los alumnos que
ya hayan repetido dos veces podrán pasar a la nueva FP Básica (nueva versión de
programas de cualificación inicial), a los que se accederá generalmente al
final de 3º (esto también lo preveía la reforma socialista). Estos programas
son alternativas de dos años a la ESO en las que los chavales que van peor
aprenden los rudimentos de un oficio (consiguen un certificado de
profesionalidad del Ministerio de Trabajo). Los alumnos que aprueben estos
cursos tendrán acceso
directo a la FP de grado medio (otra rectificación en el proyecto
tras numerosas críticas para que no se convierta en una vía muerta) y podrán
presentarse a la reválida de la ESO para obtener el título obligatorio
(posibilidad que los expertos consideran bastante ilusoria).
Además, también se adelantan a 2º de ESO los
programas de atención a los chavales con problemas de aprendizaje (al contrario
que los chavales que se dirigen a los PCPI, estos alumnos sí tienen una actitud
positiva hacia los estudios), que actualmente se llaman Programas de
Diversificación Curricular y se hacen en 3º y 4º de ESO. La propuesta es que se
llamen Programas de Mejora del Aprendizaje y el Rendimiento y serían en 2º y
3º.
-Religión y Ciudadanía. Se recupera la materia
alternativa a la de Religión (se llamará Valores Culturales y
Sociales en primaria y Valores Éticos en secundaria) y se elimina completamente
la materia de Educación para la Ciudadanía creada con la reforma de 2006. Ambas
son reivindicaciones clásicas de los obispos españoles, introducidas tras un
parón en la reforma, exigido por las comunidades gobernadas por el PP, para
introducir algunas de sus demandas. Ambas asignaturas se colocarán también en
el saco de las materias optativas, de tal manera que quien elija Religión podrá
escoger también Valores como optativa.
- Concertada. Uno de los principios que van a regir el sistema escolares es "la
libertad de enseñanza, que reconozca el derecho de los padres y tutores legales
a elegir el tipo de educación y el centro para sus hijos, en el marco de los
principios constitucionales”. Esta frase resume la esencia del conflicto que ha
dividido la educación española del último siglo: la escuela concebida
como servicio público y común a cargo del Estado o como bien privado sujeto por
encima de todo a la elección y las decisiones de los padres. Una pelea ligada asimismo
a la dicotomía entre escuela laica y católica, pues esta religión es la que ha
controlado tradicionalmente la inmensa mayoría de los centros privados.
Además, se cambia el texto para rebajar la
preeminencia legal de la escuela
pública sobre la concertada. Se tendrá en cuenta “la demanda social”
a la hora de planificar la oferta de plazas. Cuando la norma dice que las
administraciones estarán obligadas a garantizar una plaza durante la educación
obligatoria, ya no se especifica, como hasta ahora, que esa plaza tenga que ser
pública. Además, se introducen entre los fines de la educación “la libertad de
enseñanza y de creación de centro docente, de acuerdo con el ordenamiento
jurídico”.
Asimismo, desparece la obligación de contar con una
representante del Ayuntamiento en el consejo escolar de los colegios
concertados y la cláusula que dice: “El despido de profesores de centros
concertados requerirá que se pronuncie previamente el Consejo Escolar del
centro mediante acuerdo motivado adoptado por la mayoría absoluta de sus
miembros”.
En cuanto a los contenidos, realmente no tengo una opinión sobre que sea el gobierno central quien los fije. Puede que de esa forma se iguale la formación de todos los alumnos de España o bien puede que limitar la libertad de los centros y los profesores suponga un control político y partidista de los contenidos.
ResponderEliminarEn cuanto a fijar los criterios de evaluación y las reválidas va totalmente en contra de las nuevas didácticas de enseñanza que no se basan en exámenes o pruebas puntuales, sino que buscan un aprendizaje significativo y una evaluación continuada.
Creo que deberíamos copiar modelos de países (como los escandinavos) donde la educación funciona y obtienen los mejores resultados académicos y de desarrollo del mundo.
La comunidad educativa debería unirse, rebelarse y plantarse contra los continuos cambios en las leyes de educación y su uso ideológico.