lunes, 4 de noviembre de 2013

Diario 16ª clase teórica - 05/11/2013

Elaborado por Noelia Blanco

Asisten 74 personas



En la clase de hoy, nuestros compañeros y compañeras Daniel, Olaya, María, Aida, Sandra y Luis han continuado con su exposición y nos han hablado de las alternativas para reducir el fracaso escolar.

La primera de las alternativas que nombraron fue el PROA, un programa para apoyar y ayudar, por las tardes, a las personas que “fracasan”, es decir, que suspenden alguna asignatura o van mal en las clases.
La segunda alternativa son las escuelas de segunda oportunidad en la que realizan las actividades o talleres que los alumnos desean y tienen como objetivo motivarles para conseguir que piensen en su futuro y ¿no vayan por la mala vida?.
También nos han hablado de la CEMU, una escuela que acoge a las personas problemáticas que están relacionadas con la delincuencia, y lo que pretende es rehabilitarlos mediante la participación en diversos talleres o deportes, y el PCPI que es un programa para los alumnos que están a punto de abandonar sus estudios obligatorios, o que ya lo han hecho.
Josetxu no ha dicho que una idea que debemos tener clara es que el fracaso escolar se encuentra allí donde hay escuela, y que no depende de un único factor, sino que hay varios ámbitos relacionados con el fracaso escolar. Esta reflexión está muy bien explicada en la presentación por Prezi que han hecho nuestros compañeros, y que para los que queráis recordarla o no hayáis asistido a clase, podéis ver la tabla en la diapositiva nº 20 de la presentación, que se encuentra en la entrada del día 4 de noviembre del blog.
Después de hablar de estas alternativas, nos han hablado sobre un artículo escrito por Vicent Navarro, catedrático de Política que comenta el poco gasto en educación que se hace en España, comparado con el gasto en otros países de la UE.
Para finalizar su exposición, han hecho que todos intervengamos y nos han repartido una serie de artículos, que podéis encontrar en la entrada del blog del día 4 de noviembre, (aunque hace referencia que era para trabajar hoy en la clase teórica) con el nombre de “Conclusiones del colectivo Lorenzo Luzuriaga: El fracaso escolar en el Estado de las Autonomías (2012).” Tras haberlos leídos todos hemos sacado varias conclusiones: En primer lugar que el concepto de fracaso escolar en ambiguo y que hay varios tipos de fracaso: El fracaso de los que no terminan los estudios obligatorios, de los que no terminan los estudios post-obligatorios y la posición en la que España se encuentra en PISA. Por otro lado, no se sabe por qué en unas comunidades autónomas hay mas tanto por ciento de fracaso escolar que en otros, por ejemplo como es el caso de Asturias con un 14% y Valencia con un 30%, por lo que debemos centrarnos en buscar las razones y buscar soluciones para intentar que ese alto porcentaje disminuya. Otra de las conclusiones que hemos sacado, y que es un hecho, es que cuanto mayor es el número de años obligatorios en la enseñanza, mayor será el fracaso escolar. Cabe destacar por otro lado, que en el currículo hay tres factores endógenos: El primero es que la ESO está preparada para el bachillerato y esto no debe ser así, ya que no todos realizan esos estudios superiores. El segundo factor es que se debe adaptar el currículo, para así disminuir el PROA y PCPI. Y el último factor es que no hay ninguna coordinación entre primaria, con un 13% de suspensos, frente a secundaria, con un veintitantos %, excepto en Asturias que el porcentaje es menor. Finalmente, hay que recalcar como última conclusión que hemos sacado, es que en España, las probabilidades de fracasar dependen de la comunidad autónoma en la que se viva, ya que por ejemplo es mayor la probabilidad de tener un fracaso escolar en Ceuta que en Asturias.




CONCLUSIONES DEL COLECTIVO LORENZO LUZURIAGA:
EL FRACASO ESCOLAR EN EL ESTADO DE LAS AUTONOMÍAS
(2012)

1. El concepto de fracaso escolar reviste una gran ambigüedad que afecta no sólo a España, sino también al resto de los países de la OCDE. Con la misma denominación se alude, unas veces, a los estudiantes que no consiguen obtener el título de graduado al final de la escolaridad obligatoria, mientras que otras se remite a los que abandonan la formación postobligatoria sin lograr completarla y otras, finalmente, a que España no obtiene una buena “posición” en los informes PISA. En los dos primeros casos el fracaso se atribuye a los alumnos, y en el tercero, al sistema educativo; como este término lleva consigo una carga negativa, en los dos primeros supuestos el estigma recae sobre el alumnado (con razón o sin ella), y en el último, sobre el propio sistema educativo (también con razón o sin ella).

2. Hay también otra modalidad de fracaso escolar que a pesar de su importancia suscita en la opinión pública menos atención que las anteriores, aunque afecte tanto a los tramos obligatorios como a los postobligatorios del sistema educativo. Se trata de las repeticiones de curso o lo que es lo mismo del fracaso de los alumnos que no consiguen superar los cursos que le corresponden de acuerdo con su edad. Un mal que recorre endémicamente todo el sistema educativo desde la educación básica hasta la formación profesional superior o los estudios universitarios, que puede ser atribuido tanto al desacertado diseño de los enciclopédicos currículos como a un cálculo errado del tiempo necesario para cursarlos o a las circunstancias personales de los alumnos (dificultades de aprendizaje, condición de emigrante, familias desestructuradas, problemas emocionales de los alumnos relacionados con la problemática de la adolescencia, etc.).

3. De los diversos aspectos que comprende el fracaso escolar, el más alarmante es, en sentido estricto, el de aquellos alumnos que no obtienen el título al final de la educación básica obligatoria, no sólo por la gravísima consecuencia de que el Estado (y la sociedad) no le reconocen ninguna competencia adquirida, a pesar de tener en su haber diez años de escolaridad, sino, sobre todo, porque sin el título de Graduado en Educación Secundaria Obligatoria no pueden acceder ni al bachillerato ni a la formación profesional correspondiente. Es decir, las Administraciones educativas y la tradición del profesorado, a la hora de evaluar el rendimiento del alumno, les expulsan del sistema educativo ordinario, si bien la oportunidad de adquirir el título de Graduado en ESO puede lograrse a través de los centros de educación de adultos.

4. En relación con el fracaso escolar en sentido estricto (el de aquellos que no consiguen el título al término de la escolaridad obligatoria), se debe distinguir entre causas ajenas al sistema -factores exógenos- y causas internas -factores endógenos-. Respecto de los factores exógenos, que vienen dados en general por la realidad social (condiciones económicas y nivel cultural de las familias, género del alumnado, minorías étnicas, etc.), poco se puede hacer desde las políticas de corto o medio plazo: son factores difícilmente modificables en ese tiempo. En relación con los factores endógenos, sin embargo, cabe imputar sus efectos a las políticas del Estado -ordenación básica del sistema educativo- o de las comunidades autónomas que desarrollan y aplican dichas normas básicas.

5. Entre los factores endógenos cabe destacar, en primer lugar, la extensión de la escolaridad obligatoria, que fija el Estado de acuerdo con la asignación competencial establecida por la Constitución. Como es sabido, a mayor extensión de la escolaridad, mayor probabilidad de fracaso escolar, pero también mayor desarrollo de la equidad social. Si en una sociedad democrática la equidad debe presidir las políticas educativas, reducir el periodo de la escolarización obligatoria no parece una solución satisfactoria. No parece, pues, prudente, operar sobre este factor endógeno.

 6. El segundo factor endógeno es el currículo, un currículo tradicionalmente diseñado “desde arriba” y sin tener en cuenta adecuadamente la diversidad de los alumnos a los que va dirigido, esto es, a toda la población de la edad correspondiente. Tal es el caso de la educación secundaria obligatoria, cuyo currículo está pensado más para los que van a cursar después el bachillerato que para los que se encaminan hacia la formación profesional o quieren incorporarse a la vida activa. Un currículo no más fácil sino simplemente más ajustado a los objetivos de las enseñanzas correspondientes contribuiría a reducir el fracaso escolar; esto sería válido también para los niveles postobligatorios.

7. El tercer factor endógeno radica en la deficiente articulación entre los diferentes niveles educativos y muy especialmente entre la educación primaria y la educación secundaria obligatoria. Los primeros síntomas de un incipiente fracaso comienzan en la enseñanza primaria donde se dan ya las primeras tasas de repetición y de retraso, pequeñas pero preocupantes porque preanuncian problemas que se agravan en la educación secundaria obligatoria. Al finalizar la primaria hay ya un porcentaje de alumnos, más niños que niñas, que pasan a la etapa siguiente -la ESO- con retraso respecto de la edad correspondiente, cuando deberían hacerlo si las cosas hubieran funcionado bien; lo peor es que al término de la ESO ese porcentaje se ha duplicado, presagiando ya un importante fracaso escolar a la hora de obtener el preciado título.

8. El cuarto factor endógeno de fracaso escolar radica en la misma existencia del título diseñado por la ley para culminar la escolaridad obligatoria, un título cuyo otorgamiento o denegación separa tajantemente el éxito del fracaso escolar y que es una característica propia de nuestro sistema educativo, no compartida por la mayoría de los sistemas educativos europeos. Implantado para validar el rendimiento de 10 años de escolaridad, la decisión final sobre su concesión o denegación no esta respaldada por ninguna prueba final de carácter objetivo, la misma para todo el alumnado. Esto permite plantearse si los alumnos gozan de iguales oportunidades para obtener el título en un sistema educativo como el español, caracterizado por una profunda descentralización no sólo en las comunidades autónomas sino también en los mismos centros educativos de las diferentes redes.

9. La descentralización de la educación operada en los últimos años ha tenido efectos positivos. No se puede considerar, sin embargo, positivo que no se puedan aportar datos concluyentes que expliquen la gran disparidad existente entre las comunidades autónomas a la hora de conceder o denegar el título de Graduado en Educación Secundaria Obligatoria, y que por tanto nos permita saber si el alumnado es medio por igual o parecido rasero en todo el territorio nacional. Como tampoco se puede considerar positivo que la descentralización de las decisiones sobre la evaluación , incluidas las conducentes a la obtención o denegación del título ,en una red de centros públicos concertados y privados tan compleja y tan laxamente controlada como la nuestra, oculte un mayor rigor o una mayor benevolencia a la hora de encarecer o facilitar el título. Esto sin tener en cuenta la falta de control sobre la mayor benevolencia o rigaro del mismo profesorado en el seno de los centros docentes.

10 . Reconocida la dificultad de actuar sobre los factores exógenos del fracaso escolar, tales como el género o la capacidad intelectual, así como de reducir los otros factores exógenos señalados en el documento, y aceptado que las políticas encaminadas a reducir el impacto de los factores endógenos básicos, renovación curricular o reconsideración de la titulación final de la ESO, sólo pueden tener incidencia a medio plazo, queda sin embargo un amplio campo para la tarea de mejorar el éxito escolar que puede tener incidencia casi inmediata si el problema se afronta por las autoridades educativas -centrales y autonómicas- y por los centros docentes, como se ha demostrado con los programas de diversificación curricular, el programa de Refuerzo, Orientación y Apoyo (PROA), así como con las diversas experiencias innovadoras llevada a cabo por los mismos centros, algunas de las cuales, a título de ejemplo, se recogen en este documento. En todos estos programas se pone de manifiesto que una mayor atención a la diversidad del alumnado disminuye el riesgo de fracaso, incrementando el éxito y la equidad escolares.

11. En cualquier caso lo más relevante del fracaso escolar de los alumnos a la hora de obtener o no el título de graduado en ESO es lo poco que se sabe de cómo inciden los factores que lo causan y qué medidas se pueden adoptar para, en lo posible, reducirlo. Las diferencias de porcentajes de fracaso escolar entre las comunidades autónomas son a todas luces excesivas sin que tampoco se conozcan con precisión los factores que las causan. Una ignorancia que sirve de terreno abonado a políticos y medios de comunicación para críticas de trazo grueso, demoledoras a veces, aunque las más estén desprovistas del debido fundamento y posean altas dosis de parcialidad. Esta situación demanda un estudio riguroso sobre el desigual rendimiento del sistema educativo, la incidencia del fracaso escolar en las diferentes comunidades autónomas y sus causas específicas.

12. El concepto de abandono escolar temprano, al igual que el de fracaso, tiene de entrada un marcado carácter negativo: de la misma forma que no se habla del éxito escolar de aquellos que lo alcanzan, se habla de abandono cuando también se podría indicar que los alumnos, cada vez más, aumentan su presencia en los niveles postobligatorios. Pero el problema no es la denominación. El problema estriba en saber si no se está incentivando en muchos casos una permanencia en el sistema educativo que desgraciadamente conduce en muchas ocasiones a titulaciones que poco tienen que ver con las demandas del mercado de trabajo, produciéndose la frustración consiguiente, como en el caso notable de la disparidad de alumnos que sigue el bachillerato frente a los que optan por la formación profesional. En todo caso, estamos ante una novísima modalidad del fracaso escolar, introducida no hace mucho por el Consejo de Europa, que entre nosotros produce una tasa de abandono que duplica la europea (también aquí la disparidad entre comunidades autónomas es notable).

13. Hay finalmente una variedad del fracaso, aparecida en el horizonte europeo el año 2000, que es el que reflejan los informes PISA. Aquí también existe una notable ambigüedad que conviene despejar. PISA sólo suministra información sobre la enseñanza, no sobre la educación, y además lo hace sobre una muestra estadística, comparando con ello sistemas educativos muy diversos. Los aspectos educativos stricto sensu escapan de la evaluación de PISA, que sólo mide competencias (tampoco conocimientos), es decir, valora el desarrollo de las capacidades para responder a situaciones complejas. Pero, además, PISA no evalúa todas las competencias sino sólo la comprensión lectora, la competencia científica y la matemática, dejando fuera otras no menos importantes (social y ciudadana, cultural y artística, tratamiento de la información y competencia digital, etc.). O sea: PISA da una información valiosa pero parcial. Por otra parte, PISA señala también que España se encuentra entre los países que proveen de educación a toda la población con la mayor equidad social, al igual, por ejemplo que Finlandia o Canadá, es decir, los alumnos españoles en circunstancia socioeconómicas desfavorables obtienen mejores resultados que sus homólogos de la OCDE. Sin embargo, no parece que nuestra sociedad sea demasiado sensible a los requerimientos de la equidad social. Desde luego no ocupa las primeras páginas de los medios de comunicación que analizan el informa PISA correspondiente.

14. Cada tres años los informes PISA producen un enorme revuelo en los medios de comunicación, dando lugar a tablas clasificatorias en función de las puntuaciones recibidas en las pruebas realizadas por los alumnos. Sin embargo, y con la misma insistencia, los expertos señalan que los rendimientos por competencia reciben sólo una puntuación estadística meramente indicativa. Más aún, los mismos expertos aclaran que la mayoría de los países miembros de la OCDE se agrupan, punto más punto menos, en una franja central, siendo sólo unos pocos países los que sobresalen de esa franja y numerosos los que quedan lejos de dicha franja – los países asociados-. España. Como Estado miembro, se encuentra en esa ranja central, ni entre los mejores ni entre los perores, lo que no evita que cada tres años los medios de comunicación hablen de la mediocridad del sistema educativo, España a la cola, etc.

15. Como es sabido, la democracia española ha realizado un gran esfuerzo en estos últimos treinta años por resolver los problemas del sistema educativo, lo que no significa que no tengamos problemas importantes a los que atender, entre los que hay algunos nuevos. Desde que las comunidades autónomas se han incorporado a las pruebas PISA, aunque no todas, tenemos una información añadida sobre el rendimiento de los subsistemas educativos gestionados por ellas. PISA ha revelado, de manera continuada, que existe una distribución territorial de la educación en España excesivamente dispar, o, en otros términos, contraria al principio de igualdad básica del derecho de todos a la educación, garantizado por la Constitución, lo que viene a corroborar las diferencias observadas ente las comunidades autónomas a la hora de otorgar o denegar el título de Graduado de Educación Secundaria Obligatoria.



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